El mundo del aprendizaje resulta fascinante, cada vez se valora eso como una faceta de vida que aporta una riqueza interior que no se puede medir con dinero. Una de las cosas fascinantes es esa sensación de cómo un libro te lleva a otro y este a otro… a menudo de un buen libro sacas referencias a varios libros más. Una consecuencia de ello es que el número de libros que quieres leer crece a velocidad exponencial conforme más libros lees. Es algo así como adentrarse por la madriguera que lleva al país de Oz y puede llegar a ser un poco desconcertante. Los libros empiezan a acumularse y tienes la sensación que jamás llegarás a leer todo lo que tienes en “pendiente”.
En todo este proceso también influyen las personas que vamos encontrando por el camino. Gente con la que debatimos y con los que en algunos casos intercambiamos inteligencia.
Es ese justamente el valor añadido que aporta tener un librero de confianza en lugar de comprar en cualquier gran superficie o distribuidor digital. Para quien valora el trayecto tanto o más que la meta es un activo inexcusable. No lo olvides la siguiente vez que quieras comprar un libro.
El librero no es nada más un dueño de librería o un vendedor de libros. Puede decirse que el librero es un curador, alguien que selecciona con cuidado la más amplia gama de lecturas para complacer a su público (o clientes, como preferirán llamarlos algunos), alguien que podrá hacer una selección balanceada entre las lecturas populares y las más especializadas, las de valor literario o contenidos de otras disciplinas, que contribuyen a formar pensamiento crítico y analítico en la sociedad.
El librero cumple una función importante en la cadena que vincula al escritor con los lectores, ya que es quien decide la movilidad y la presencia de los libros en su local. Si el librero es alguien que sabe de literatura, que tiene un criterio que va más allá de lo comercial y que tiene una sólida base cultural, se verá reflejado en su plantel.
Para llegar a ese nivel, el librero debe interactuar con quienes buscamos libros, para tomar el pulso de los diversos gustos que puede llegar a tener la gente. También debe estar al tanto de las novedades editoriales globales, los premios literarios de prestigio (y no solamente los premios comerciales), así como la calidad de las ediciones, las traducciones y ediciones en idioma original.
Un librero es un facilitador de cultura; un puente entre editoriales, distribuidores, librerías y lectores; una figura cuyo oficio enriquece el entorno de quien tiene la fortuna de acercársele.
En ese sentido, el librero es el complemento necesario para que una librería sea un lugar al cual deseemos volver, no solo por la variedad de títulos que contiene, sino también porque convierte nuestra visita en una experiencia cálida y humana para quienes amamos los libros.